sábado, 28 de febrero de 2009

Criterios de funcionamiento e intenciones

1- No reproducir los mismos esquemas que nos vienen dados.

Como iniciativa de organización social de base, en el marco de la agroecología y el consumo responsable, nuestro objetivo está en la satisfacción de las necesidades de las personas (en sus dimensiones individual, social y ambiental)

Trabajamos desde y para las necesidades y posibilidades de cada persona (consumidor/a o productor/a); entendiendo la realidad como un sistema global e interrelacionado (una aldea global que se vive desde realidades locales).

En vista de este objetivo, no nos sirven los modelos productivos, económicos, organizativos… más habituales y que nos vienen dados. Es necesario, entonces, cultivar unos valores diferentes a los predominantes y poner en marcha herramientas y cauces que lo faciliten.

La apuesta decidida es vivir cotidianamente el objetivo de transformar el mundo en que vivimos. Nos organizamos y gestionamos creativamente, para convertir dicha meta en un proceso, día a día, que propone otro modelo de organización social (de vida) y lo pone en practica –en nuestro ámbito de actuación y según las capacidades de acción de cada cual-.

El rodar de ese proceso sirve para garantizar necesidades básicas y concretas de las personas que participan activamente, a la vez que es, en sí mismo, una denuncia contra el mundo “hostil” en que vivimos.

Objetivos diferentes precisan modelos de organización y gestión diferentes; éstos quedan bastante especificados en los análisis de los siguientes criterios, por lo que no nos extenderemos aquí.

2-Le damos tanta importancia a los productos como al proyecto.

En Cantabria existen experiencias de productorxs que venden directamente a consumidorxs; y de grupos de consumidorxs que realizan su pedido a distribuidoras de productos ecológicos (que no a lxs productorxs directamente).

Buscamos potenciar estructuras alternativas que unan ambas partes: Grupos de productorxs y consumidorxs que posibiliten t organicen la producción, la distribución y el consumo.

Partimos de que no tenemos costumbre (ni nosotrxs ni Cantabria como grupo social) de apoyar y/o formar parte de este tipo de iniciativas, ni en lo ideológico ni en lo práctico.

A diferencia de lo que ocurre en otros lugares, no existe una demanda social explícita de estos modelos. Por esto la red se ha ido tejiendo apoyándonos en personas particulares que han sido receptivas, más que en asociaciones, organizaciones o colectivos que hubieran decidido participar como grupo ya conformado. Esto hace que, entre otras cosas, se valoren más los productos en sí, que los proyectos e intenciones que hay por detrás.

Esto responde a la aceptación de la iniciativa en su dimensión alimentaria (satisfacen los productos) pero deja por hacer en sus dimensiones productiva, social, económica, etc. Esa parte que se refiere más al proyecto y al deseo transformador del mismo.

Los productos, los valores, las intenciones. Los espacios de análisis, diseño, organización, gestión, vivencias… La explicitación de estos criterios y el propio funcionamiento pretenden servir para la salud fisiológica de la persona, del tejido social y de la tierra en su conjunto.

3-Entendemos la utilidad, la satisfacción y la responsabilidad del proyecto tanto desde lxs productorxs, como desde lxs consumidorxs y el entorno cercano (colaboradores, puntos de distribución…)

Todas las personas que participamos en esta historia de una u otra manera, somos responsables de la “salud” de este proyecto, porque a todas nos es útil. Y decimos útil sabiendo que no es sinónimo de cómodo o fácil. (Tampoco de incómodo o difícil; como todo en la vida, con sus dificultades y su belleza).

Desde esos otros valores, para esos otros objetivos, no podemos entender esa utilidad desde el prisma de la rentabilidad capitalista. Si la evaluación la realizamos desde una utilidad o rentabilidad global para la persona-sociedad-tierra, entenderemos que esta propuesta nos satisface.

Esta satisfacción no se mide en euros ni toneladas, sino en aspectos que quedan habitualmente más descuidados. Por ejemplo, el reconocerse en pequeños actos cotidianos que no incrementan el desequilibrio mundial (un desequilibrio que se volverá contra nosotrxs) sino participando de un modelo ecológicamente sostenible; pasando de ser un simple usuario a ser protagonista del modelo productivo, de consumo, social…, un modelo al servicio de las personas y no viceversa; etc.

Y otras retribuciones menos abstractas, tan simples pero tan gratificantes hoy en día como: saber lo que se come –sano y de calidad-, poder hablar para llegar a acuerdos sobre precios, productos, viendo individualizadamente las capacidades y necesidades de cada un@, etc.

Si estamos aquí es porque a tod@s nos es útil y satisfactorio, y sólo seguirá siendo así, individual y colectivamente, mientras seamos responsables de ello.

4-Un proyecto de Cooperativa (de productor@s, consumido@s y entorno)

No una cooperativa como figura burocrática o legislada, ni como establecimiento comercial. Somos una cooperativa de “cooperar”: Obrar justamente con otr@s para un mismo fin.

En esta apuesta de cooperación nos relacionamos desde una estructura que quiere ser horizontal, tanto entre l@s propi@s productor@s, como entre productor@s y consumidor@s y entorno cercano.

Teniendo como pauta de estas relaciones horizontales, reconocer las necesidades y las posibilidades de cada cual, en un proceso en permanente construcción y adaptación. Centrándonos en unos intereses comunes, aunque atendiendo a las diferencias de matices en cada caso.

Intentamos así diluir la separación y contraposición de intereses que se da entre la producción y el consumo en las “leyes del mercado” (de este modo superamos los aspectos insalubres de la competencia, la ley de la oferta y la demanda, la especulación…)

5-Un proyecto de Agroecología.

Agroecología es un concepto mucho más amplio, que trasciende el ámbito de lo estrictamente productivo y normativo de la agricultura ecológica. Ésta lo es en cuanto que se elimina el uso de productos químicos (fertilizantes, biocidas …), por ejemplo, pero legalmente no es incompatible con enormes plantaciones dirigidas por la lógica capitalista (explotación de personas y recursos naturales, transporte a largas distancias…)

Todos los pasos que vayamos dando son bienvenidos y necesarios para seguir avanzando. Esta propuesta intenta dar un pasito más.

La agroecología considera las interdependencias del sistema socioeconómico, cultural… Algunos requisitos para que exista un verdadero equilibrio, y para que el modelo sea sostenible, que no contempla la agricultura ecológica convencional, serían la proximidad entre la producción y el consumo, la eliminación de las cadenas de distribución con intermediarios, la inclusión de los residuos generados en el propio circuito, la integración en un movimiento social, el cuidado de los aspectos laborales de l@s trabajador@s, el control participativo de los medios de producción y de la propia producción, etc.

Desde esta lógica se asumen los costes sociales y ambientales que ocasiona la actividad, porque no se los traspasa a otras poblaciones del planeta ni a las generaciones futuras. La sostenibilidad y la satisfacción social son algunas de las premisas en las que basa su concepto de rentabilidad.

La etiqueta de “ecológico” es, para nosotr@s, algo más que no usar pesticidas en los cultivos (base de los ingredientes, base de los productos que llegan a nosotr@s). ¿Cuántas cosas que no están legisladas pueden acontecer en este recorrido? Apostamos, pues, por seguir dando pasitos por el camino que otr@s empezaron y entender lo ecológico desde el prisma bioquímico, el social, el ambiental…

Tratamos de ir creando espacios que tiendan a reestablecer el equilibrio ecológico, social y humano en nuestro entorno vital. O, al menos, a responsabilizarnos del desequilibrio ya provocado.

Mención especial queremos hacer en este sentido a la moda de productos “ecológicos y/o artesanos” que se comercializan desde las grandes superficies, ya que lo entendemos como la gran contradicción (por no decir sarcasmo). Les tenemos que reconocer el gran poder que tienen para vaciar tanto de significado una palabra-idea-intención (lo ecológico), de modo que, un producto lo siga siendo porque el peso relativo de que no tenga pesticidas, sea tan superior a los convenios laborales de trabajador@s, al envasado, transporte, intermediarios, derroche energético, monocultivos, patrones de conducta, hábitos de consumismo que promocionan,etc.

Simplemente se preocupan de lo ecológico y lo artesano porque lo han puesto de moda y da grandes beneficios publicitarios y económicos. ¿Es esa la intención, la rentabilidad, el objetivo de lo ecológico?

Según nuestro criterio eso no es ecológico ni por los principios y valores desde los que surgen; ni por la forma en que se producen, distribuyen, comercializan y consumen; ni por las consecuencias personales, sociales y medioambientales que originan.

Desde estas perspectivas que planteamos no pretendemos garantizar lo ecológico de los productos de la cooperativa a través de sellos oficiales de garantía, permisos administrativos, ni inspecciones institucionales. Nuestra garantía ecológica se basa en la confianza y el conocimiento mutuo. La cercanía y la intervención directa de l@s consumidor@s en el proyecto, el poder visitar las instalaciones, ver y participar de los procesos, conocer personalmente a l@s productor@s… son el mejor control de calidad.

Esto supera con creces, a nuestro entender, la garantía que da los análisis de tierra o los certificados de procedencia.

6-Un proyecto de Consumo Responsable.

Toda forma de consumo es consumo responsable. Decimos esto en el sentido de que el consumo, como cualquier otra actuación, conlleva unas implicaciones, consecuencias, sobre las que tenemos una responsabilidad, en la parte que nos compete, dada nuestra participación. Un producto, un hábito, un espacio… no son solamente eso, hay muchas cosas detrás.

Aunque queramos relacionar nuestra cesta de la compra exclusivamente con lo que comeremos, la realidad nos demuestra que estamos realizando un acto que afecta, para bien o para mal, a nuestra salud, a la vida de muchísimas personas y a la tierra en su conjunto.

En nuestra cesta de la compra no sólo elegimos unos productos; es también nuestra participación en un modelo agroalimentario. Conlleva nuestra parte de implicación en los métodos de producción, la distribución y sus infraestructuras, los residuos de toda la cadena, etc.

Aparentemente es un acto aséptico ya que estos aspectos no figuran en las etiquetas. No asumimos sus costes, que quedan ocultos y sin resolver. El sistema no se preocupa de informarnos, y mucho menos nos pide opinión o nos invita a participar en la gestión de los procesos. Simplemente nos ofrecen una sensación de libertad al posibilitarnos elegir entre unas gamas de productos, despreocupándonos de cualquier implicación, dirigiendo nuestro consumo con mecanismos bien estudiados para la creación de nuevas y crecientes necesidades.

Cuando hablamos de un proyecto de consumo responsable, nos referimos a la intención de ser conscientes de las implicaciones de nuestro consumo y asumirlas como propias sin delegarlas. De tal modo que su conocimiento y nuestra implicación directa en los procesos, nos lleve a buscar un modelo que integre en el propio circuito esos costes.

Articulando mecanismos para potenciar las consecuencias positivas y minimizar las negativas (minimizar los costes de distribución, lo que repercute sobre los costes finales que le llegan al consumidor/a; optar por fuentes energéticas renovables en la producción; reducir materiales superfluos, como envases muy elaborados; no producir excedentes, de modo que su coste económico y ambiental no suponga un derroche; integrar en el propio circuito los residuos originados, mediante su compostaje, alimentación animal, combustibles orgánicos; etc.)

Desde el consumo responsable se contemplan, asumen y optimizan estas implicaciones. Nunca se ocultan, despreocupan, ni abandonan.

7-Un proyecto Local y Cotidiano.

El entramado de organismos, instituciones y procesos supranacionales tienen más influencia que nunca sobre los escenarios locales y cotidianos. El poder se aleja de la gente y nuestra capacidad de intervención en el mundo parece que se diluye.

Como respuesta a esta situación, desde movimientos e iniciativas transformadoras, se apuesta por la actuación en la realidad cotidiana, desde abajo hacia arriba. Las herramientas tradicionales del cambio social (manifestaciones, denuncias, huelgas…), además de ser cada vez más ineficaces en esta aldea global, y ser susceptibles de una manipulación que las vacía de contenido, no son ya capaces de satisfacer las necesidades de las personas por las que surgieron. Estas herramientas sirven para comunicar y visualizar conflictos, pero apenas tienen poder de cambio.

Los cambios de actitud, la movilización como sujetos activos, que surge desde la cotidianidad y sirve para mejorar esos aspectos del día a día, se propone como herramienta para otro mundo posible.

Esta estrategia no sólo propone cambios, sino que los hace vivenciales, los experimenta. La construcción desde lo inmediato, en continuidad con el aquí y ahora, palpable, duradero, que nos sea de utilidad. En este camino la meta, los objetivos, están incluidos en el propio ir avanzando, en el mismo proceso. Lo global, pues, se articula desde lo local. Actuaciones locales para transformaciones globales.

Esta concepción local nos lleva a realizar una producción y consumo cercanos. Esto propicia la participación activa de las personas en el proceso, la posibilidad de cuantificar y disfrutar de los resultados, disminuir los costes ambientales de la actividad, etc.

Recuperamos la escala humana como ámbito de actuación, ya que somos las personas los agentes activos del cambio social a la vez que sus beneficiarios.

Los beneficios globales de una multitud de cambios locales son incuestionables y, aunque parezcan difíciles, son mucho más rápidos, eficientes y posibles que los que nos vienen dados desde esa esfera lejana y abstracta de organismos, instituciones y demás.

8-Un proyecto de Autoempleo.

A pesar de la palabra empleada (empleo) no buscamos una respuesta dentro del mundo laboral institucionalizado. Más bien pretendemos satisfacer las necesidades económicas de las personas (productor@s en este caso) mediante su implicación laboral en una propuesta de desarrollo social. Esto nos parece, no sólo deseable, sino posible.

Deseable en cuanto a que una alternativa debe servir, no sólo para revindicar, sino también para alcanzar mejoras en las condiciones de vida. In tentar superar la precariedad, la temporalidad, la insatisfacción… con el esfuerzo creativo que supone inventar ocupaciones laborales de provecho nos parece, al menos, digno. Si dicho intento supone, en sí mismo, una crítica del sistema laboral orientado a una macroeconomía global y alejado de las personas; si tambien es capaz de realizar una producción de utilidad para l@s consumidor@s, con unas condiciones de trabajo dignas y elegidas por l@s productor@s, estableciendo entre ambas partes unas relaciones justas; en estos aspectos nos parece necesario, tanto para mejorar las condiciones de vida de tod@s, como para transformar la realidad.

El fin no es construir pequeñas economías; no queremos competir en el mercado. Para reproducir este modelo en nuestro provecho no nos merecería la pena el trabajo en este proyecto.

Como se puede concluir a la vista de todos estos criterios, satisfacer las necesidades económicas de l@s productor@s no es el pilar fundamental de este proyecto y queda mucho por hacer, pero es posible.

Una asignación monetaria no es lo único que reciben l@s productor@s en este proyecto: El aprendizaje de oficios y de otras maneras de relación, el goce por las tareas realizadas y el reconocimiento, el desarrollo libre y colectivo de las capacidades para transformar la realidad propia, la dignidad del ser humano, etc. Muchos más bienes inmateriales que queremos explicitar y recuperar, que cada vez tienen menos presencia y sentido en la sociedad urbano-industrial, dan validez y satisfacción a un proyecto que no es medible por el concepto de rentabilidad económica existente.

No es el enriquecimiento de l@s productor@s un objetivo de este proyecto, sino una autosuficiencia económica digna. No se pretenden satisfacer las siempre crecientes necesidades que el modelo capitalista nos va creando artificialmente; sino estar en un permanente análisis de cuales son nuestras verdaderas necesidades.

Desde esta perspectiva defendemos que “vivir con poco”, no solo es suficiente sino saludable y necesario. Hablar de frugalidad, austeridad y sencillez no es, entonces, hablar de sacrificio. Queremos vivir más sencillamente para que otras poblaciones del planeta puedan, sencillamente, vivir.

Planteamos pues que esta cooperativa no es un negocio ni está orientada al intercambio comercial. Sí en cambio a satisfacer algunas necesidades personales de los sujetos implicados, de una u otra manera, en el proyecto; así como poner en cuestión al propio sistema salarial (ya que los recursos aportados no tienen mucha relación con lo producido, ni con el tiempo de trabajo, ni con el valor de la actividad en el mercado libre, etc. Partimos del acuerdo y compromiso recíproco, en relación a las capacidades y necesidades de cada cual; es una actividad que genera cohesión en vez de competencia, no es trabajo enajenado, etc.)

No obstante somos conscientes de que este proyecto es parcial y sólo afecta a una parcela muy concreta de la vida. Como las propuestas alternativas en otras parcelas son prácticamente inexistentes, se genera una tensión por la dependencia del mercado. Desde que el dinero aportado por l@s consumidor@s a la cooperativa proviene de trabajos asalariados, lo que ocasiona fuertes diferencias de poder adquisitivo y hace que la cooperativa dependa en última instancia del mercado. Hasta que los gastos de la cooperativa (materias primas, distribución…) y de l@s productor@s para satisfacer sus necesidades desembocan y dependen del mercado.

Para suavizar estas tensiones optamos por que los precios no sean invariables, sino que se adapten al alza o a la baja según las posibilidades de cada cual, por potenciar el trueque u otras fórmulas de satisfacer las necesidades sin recurrir al intercambio monetario y por repartir el trabajo de modo que l@s consumidor@s participen en algunas de las tareas de producción o distribución. Estas posibilidades nos parecen adecuadas e interesantes, además, para la búsqueda de otra cultura referida a la corresponsabilidad y la libertad, y no a la mercantilización.

Por el momento es necesario que siga circulando el dinero por la cooperativa por varios motivos: para garantizar a corto y medio plazo la estabilidad del proyecto y de l@s productor@s, mientras esa otra cultura se va extendiendo; porque permite hacer transiciones en los hábitos de consumo y de vida sin mucha inseguridad; para no alejarnos demasiado de la realidad social que queremos ir superando como integrantes de ella que somos; y para llegar a más gente y amplificar el poder transformador que este tipo de iniciativas tienen.

9- Un proyecto al margen de cualquier marco legal:

Somos personas y nuestras necesidades en movimiento; en base a esto nos autoorganizados y actuamos directamente, sin enmarañarnos en burocracias y tramites.

Pretendemos formar y fortalecer estructuras transformadoras, por lo que tenemos que caminar por caminos distintos de los establecidos. ¿Cómo podriamos participar formalmente de una “megaestructura” que también potencia transgénicos?

Formar parte de ella implicaría reconocerla, legitimarla y fortalecerla. Aunque nuestra vida cotidiana esté intimamente ligada a estas megaestructuras buscamos ir abriendo espacios de libertad y autonomía.

Pretendiendo esto tampoco podemos aprovecharnos de ella, por lo que , en lo referente a la cooperativa, no recibimos subvenciones ni ayudas oficiales; tendríamos que ceñirnos a unos modelos que deseamos superar; además de que la rentabilidad económica del proyecto sería engañosa, irreal, aparente, ya que, en ese caso, nuestro modelo funcionaría gracias a los beneficios obtenidos por el modelo antagonista del mercado.

Ésta “oficialmente” ilegalidad conlleva a unas condiciones en el desarrollo del proyecto: no nos permite el acceso al sistema público de la seguridad social, aspectos que quedan desatendidos. En éste aspecto las salidas que buscamos tienen una doble vertiente: por un lado la reivindicación del acceso a la sanidad como un derecho universal; y por otro lado la búsqueda de mecanismos para la autogestión de la salud, con la implicación directa en la cooperativa de personas que atiendan de forma estable y periódica el bienestar de l@s trabajador@s

Y, tal vez, de forma extensible al resto de l@s participantes en la cooperativa, abriendo así el camino para experimentar alternativas en otros campos.

También está la consideración de que esta supuesta ilegalidad condiciona la difusión y el crecimiento del proyecto. La respuesta de la cooperativa está en crecer en función de la capacidad y necesidades de la producción y del consumo. Queremos crecer para que el movimiento de alternativa social se afiance y para satisfacer saludablemente las necesidades del mayor número de personas (no para incrementar los ingreso económicos mas allá de lo estrictamente necesario).

Si somos capaces, entre todas, de articular un tejido social participativo en torno a esta y similares propuestas, entre tod@s tendremos que responder ante hipotéticos ataques del sistema mercantil. Es este pues, otro aspecto de la corresponsabilidad del proyecto.

10-Un proyecto participativo:

La participación es otro sustantivo cada vez más vaciado de significación. Se propone la palabra “Participación activa”, que sería lo mismo, como un intento de re-llenar el término de contenido.

Participar es formar parte, estar implicado a, en el proceso de construcción de espacios horizontales; capaces de integrar a las personas como sujetos activos en un proyecto colectivo, que nos sirva a tod@s, que es de tod@s.

La participación no debe ser coartada por quienes detenten un poder más efectivo para imponer sus decisiones. Ni las productoras condicionando interesadamente la producción, ni las consumudoras presionando desde sus intereses, etc… No nos sirven entonces los autoritarismos o jerarquías, ni la ley de la oferta y la demanda, ni los comités de expertos…

La participación es la herramienta que permite adaptar el proceso a las posibilidades y necesidades de cada un@ y la mayor fuerza de legitimación.

Para que sea posible es imprescindible reconocer y atender a la diversidad de las personas, así como crear los cauces que la posibiliten. Esto, en una iniciativa tan heterogénea en cuanto apersonas, niveles de implicación…, es muy dificultoso.

También debemos reconocer que este proyecto es algo parcial en nuestras vidas, no es el centro de nuestra existencia, por lo que tenemos que asumir que el grado de implicación personal también es parcial.

Para superar estas dificultades y buscar la eficiencia de la participación, tratamos de fomentar un modelo organizativo adaptado a la realidad, con cauces de comunicación personales y no estructurados (comentarios, cartas, dossieres…). Esto facilita la intervención de tod@s en el proceso, pero recae el trabajo y la responsabilidad en l@s productor@s. L@s productor@s, al ser quienes están en contacto directo con el resto de personas, (cada consumidor-a, puntos de distribución, entorno cercano…), canalizan las informaciones, reciben las sugerencias, propician debates, formalizan las comunicaciones, proponen las decisiones y pautas,…,todo intentando organizar ese maremagno de datos propuestos y recibidos y plantear soluciones consensuadas. Este modelo organizativo ocasiona que recaiga un mayor trabajo sobre ell@s que no est´relacionado tanto con la producción como con la gestión de la cooperativa. Y este papel de coordinación origina, a su vez, que tengan un mayor peso relativo en el proyecto del que sería deseable.

Además encontramos que la participación más activa en el proyecto por parte de tod@s es algo que no surge espontáneamente, sino que hay que buscar. Esto se debe, aparte de lo ya comentado a la falta de experiencias, modelos y aprendizajes en nuestros entornos sociales. Tod@s podemos imbuirnos en participar, en comentar, en opinar, en propiciar el encuentro, en proponer, en buscar soluciones, en llegar a más gente, en tomar decisiones, en debatir, en conseguir financiación, en pasarnoslo bien, etc. Eso es participación para nosotr@s.

11-Un proyecto de corresponsabilidad

La participación real va íntimamente ligada a la corresponsabilidad, o responsabilidad para con el proyecto.

A la vista de este concepto de participación y corresponsabilidad puede parecer que este proyecto es muy exigente que le “pide” mucho a sus integrantes.

Es una cooperativa con una composición diversa, deslocalizada, heterogénea…, porque esa es la realidad del mundo en que vivimos y a la que debemos dar una respuesta con las alternativas que promovamos, desde las capacidades y posibilidades de cada un@.

En base a esto tratamos de configurar un modelo para organizarnos que exige poco a las personas pero ofrece la posibildad de implicarse mucho. Queremos formalizar cada vez más las responsabilidades ineludibles y las que son deseables que se asuman, pero no exigibles.

L@s productor@s garantizan:

a) Aportar el trabajo decidido individualmente y acordado colectivamente, referido a la producción (nº de horas, unidades producidas,…)

b) Gestionar lo mejor posible, en uso, mantenimiento y mejoras, los medios de producción que tiene la cooperativa (herramientas, infraestructuras…). Aquí queremos señalar que, aunque la gestión de dichos medios en responsabilidad de l@s productor@s, entendemos que la propiedad es un bien colectivo de la cooperativa, lo mismo que los bienes producidos.

c) Informar (a riesgo de saturar a la gente) sobre la actividad productiva y organizativa del proyecto. Presentar cuentas, dossiers, avisos, informaciones…

d) Promover la participación de las personas en el proceso.

e) Distribuir los productos, dejándolos en tiempo y forma en los puntos de distribución.

En el caso de l@s consumidor@s hablaríamos de:

a) Realizar los pedidos directamente a l@s productor@s o a través de los puntos de distribución que asumen esa tarea.

Hablamos de realizar los pedidos ya que la producción se realiza de forma planificada exclusivamente previo encargo. El trabajar sin encargos supondría o no satisfacer la necesidad de todo aquel que lo solicite, o estar obligad@s a producir excedentes (lo que no es muy ecológico). Además acabaría con la responsabilidad del consumo responsable, ya que la gente no se compromete en absoluto con el proyecto y se fija solo en el producto. Pretendemos que la producción esté al servicio de una demanda real no-coaccionada (no meterle a la gente las cosas por los ojos); no nos gusta que se adquieran productos sin necesitarlos o valorarlos.

b) Asumir un compromiso temporal de permanencia en el proyecto (un año, un curso…) que se renovará o no al finalizar. De este modo se garantiza una estabilidad que redunda en el beneficio de tod@s y se puede planificar y fijar unos objetivos.

c) Acordar con l@s productor@s la retribución económica o de otra índole y entregarla de la forma acordada.

Aquí queremos señalar que los precios tienen un precio orientativo fijado que están fijados “a la baja”, ya que la intención es garantizar el acceso a una alimentación sana como un derecho básico que es y no como un lujo. El “precio” final se acuerda en cada caso según las capacidades de cada cual. En este sentido hay varias propuestas dadas: cuotas por producto, por mes, añadir un porcentaje para garantizar a l@s productor@s su subsistencia económica en casos de vacaciones o enfermedad, rebajar un porcentaje por incapacidad económica del consumidor/a, por adelantado, por atrasado, etc.

d) Acudir, en tiempo y forma, a los lugares de distribución a recoger sus productos, llevando lo que necesitemos para ello (bolsas…).

Los puntos de distribución son los lugares donde l@s productor@s dejan los pedidos y l@s consumidor@s los recogen. Estos espacios facilitan una buena distribución sin obtener ninguna retribución económica por su implicación con el proyecto (ya que no se delega ningún aspecto de la gestión a tercer@s ni hay intermediari@s comerciales en la cadena). Además de no recibir retribución económica, estamos ocupando un espacio que no siempre sobra, estamos añadiendo una carga de trabajo extra a su quehacer diario, estamos traspasándoles una responsabilidad implícita al tener que estar pendientes de horarios, encargos, cuentas… en fin, que esta es una parte del trabajo que ni productor@s ni consumidor@s podemos asumir totalmente y que sale adelante gracias a la participación de estos puntos de distribución. Deberíamos no solo valorarles su dedicación sino facilitarles en lo más posible la tarea.

Algunos puntos de distribución asumen otras tareas como recoger pedidos, dar recados, recoger pagos, etc. Cualquier espacio puede ser un nuevo punto de distribución; el único requisito es que haya un número mínimo de pedidos y la posibilidad de dejar y recoger allí los encargos.

En el sistema de mercado l@s intermediari@s y la distribución suelen quedarse con el mayor margen de beneficios, anulando toda relación entre productor@s y consumidor@s, hasta el punto que se den intereses aparentemente contrapuestos entre ell@s. Cambiar el sistema usual de distribución es imprescindible.

En el apartado de otras responsabilidades no exigibles pero que es deseable que se asuman, debemos decir que son asunto de productor@s, de consumidor@s y del entorno cercano (de tod@s quienes formamos parte, de una u otra manera, del proyecto). Aquí cabría cualquier propuesta que beneficiase a la cooperativa (que nos beneficiase a tod@s), pero ponemos algunos ejemplos para saber cómo actuar:

a) Difusión.

Extender el conocimiento del proyecto, de los productos, del funcionamiento…en el entorno de cada un@. Llegar a más gente. Esto se puede realizar charlando coloquialmente, dejando dípticos o información en lugares susceptibles de haber una demanda, proponiéndoselo a asociaciones, grupos o colectivos, buscar nuevos puntos de distribución, etc. Podemos incluir aquí la organización de charlas informativas, degustaciones, talleres…

b) Facilitar la distribución de los productos.

Hay gente interesada que no tiene la posibilidad o no le compensa acudir a recoger los pedidos a los puntos de distribución, por horarios, por lejanía o por otros motivos. Consiste en recoger sus pedidos en un punto de distribución y llevárselo a casa, al trabajo o a cualquier lugar de encuentro. Se puede asumir o no, en cada caso, facilitarle a esas personas el realizar los encargos, los pagos… Esto puede darse por cercanía personal, de ubicación geográfica…

Desde l@s productor@s no se hace reparto a domicilio ya que, aunque sea más cómodo para l@s consumidor@s, el volumen de trabajo, los gastos y el tiempo empleado se disparan. Cobrar un “plus” por ello no lo contemplamos, ya que acarrea hacer marcadas diferencias entre l@s más pudientes y l@s menos, l@s más responsables y l@s menos… pero si este esfuerzo se asume desde la implicación descentralizada de cada persona nos parece un buen método para solucionar algunos de los problemas de la distribución.

c) Acudir a las jornadas de trabajo colectivo.

Hay determinadas tareas de la producción que tienen momentos muy concretos y son muy llevaderas entre mucha gente pero costosísimas entre poca. Ocasionalmente se convoca para estos trabajos que además sirven de encuentro personal, de aprendizajes, de hablar y tomar decisiones sobre el proyecto, etc. La experiencia dice que son rentables y gratificantes.

También se puede asumir el participar periódicamente en tareas de producción (semanalmente, mensualmente, bimensualmente…).

d) Ayudar en la elaboración de materiales.

Elaborar dossiers informativos, mandar cartas… es un trabajo que venimos asumiendo l@s productor@s porque nos parece interesante en cuanto a las finalidades del proyecto y porque la mayoría de la gente lo valora muy positivamente. Desde proponer temas, elaborar textos propios o sacados de publicaciones que puedan parecer interesantes, mecanografiar y maquetar textos, hacer fotocopias… cualquier forma de implicación.

e) Participar en eventos ocasionales.

Hay multitud de jornadas, encuentros, campamentos, celebraciones, fiestas… donde se podría participar y colaborar. Desde la cooperativa nos volcamos en participar en eventos de carácter social, siempre que tengamos capacidad. Desde ofrecer productos, realizar talleres… Para ello alguien tiene que saber que se va a celebrar, proponérselo a l@s organizador@s y dar esos primeros pasos para establecer contacto.

f) Implicación en estructuras de organización más formales.

El que busquemos fórmulas de organización y gestión aparentemente poco estructuradas para dar respuesta a la realidad heterogénea que somos, no impide la celebración de reuniones, asambleas y encuentros más formales. Entre l@s productor@s nos reunimos periódicamente para tratar aspectos variopintos de la cooperativa, para evaluar y readaptar el proceso. Nos parece interesantísimo que consumidor@s y entorno cercano tengan también la posibilidad de participar de esta otra manera en el proyecto.

Actualmente l@s consumidor@s y entorno participan en las decisiones y en el desarrollo del proyecto de una forma más indirecta, a través de cómo l@s productor@s recibimos, consideramos e introducimos sus opiniones y propuestas. Realizando, además de esto, encuentros de información, debate y decisión más formales, la participación será más directa y ágil.

g) Aportar conocimientos ejerciéndolos en el proyecto.

Conocimientos personales por la experiencia, por la profesión o por lo que sea, que pueden ser beneficiosos para el proyecto. Compartirlos y ejercerlos en el marco de la cooperativa, al servicio de l@s productor@s, l@s consumidor@s, de tod@s, del entorno…

Temas sanitarios, diseño y maquetación de textos, asesoría legal, reformas de las infraestucturas de producción o de los puntos de distribución, reparación de herramientas y vehículos…

h) Gestionar grupos de consumidor@s.

En cada grupo de consumidor@s (la gente que recoge los productos en el mismo punto o un colectivo o asociación o cualquier otra forma por la que se haya creado) es interesante la figura de un/a dinamizador/a o gestor/a, que coordine un poco los pedidos, la información, la comunicación, etc. Esto facilita mucho el buen desarrollo de la actividad tanto a productor@s como a consumidor@s.

12- Un proyecto Autogestionario

El diseño, organización y gestión del proyecto es realizado exclusivamente por quienes son parte de él (productor@s, consumidor@s, puntos de distribución y entorno).

Dar esos pasitos hacia una soberanía alimentaria, financiera y organizativa; con un funcionamiento artesanal que recupere la escala humana, que no rechaza pero tampoco se centra en tecnologías o maquinaria que escapen a nuestra comprensión y control; tendiendo al autoabastecimiento de productos, materiales, energía, servicios, etc; empezando el camino por definir las necesidades y analizar la capacidad y poner la producción al servicio de estas; donde no tiene sentido exprimir la máxima productividad a cada recurso material o humano.

En un mundo donde se hacen negocios transoceánicos de las necesidades de la gente, manipulando la escasez y la abundancia según intereses económicos y las hectáreas se convierten, por arte de tecnocracia, en unidades productivas de euros, en vez de en una tierra que si la cuidas te cuida; entonces, comparativamente y aunque nos quede todo el camino por recorrer, más que pasitos, parece un salto a la autogestión.

Como aquella aldea gala, no tenemos una alternativa “macro” para toda la sociedad ni una utopía dogmática que plantear. Pero sí tenemos claro que el capitalismo no nos sirve (porque ni es sostenible ni aumenta la calidad de vida, más bien destruye la vida) y que reproducirlo no nos merece la pena.

El bienestar y las necesidades de las personas son un fin en sí mismo, porque las propias personas, como sujetos, como sociedad y como tierra, son un fin en sí. Esta concepción es algo a autogestionarse, porque el panorama que se nos presenta no es nada halagüeño.

Asumimos también, en este largo proceso inacabado, nuestras incapacidades (por ejemplo, hacer que este proyecto se comprenda racionalmente y se sienta vivencialmente) y nuestras incoherencias. Las llevamos desde el “no dar abasto” y también desde el ser conscientes de ellas, hacer autocrítica y mantener una dirección de utopía que parte de donde estamos ahora y apunta hacia donde queremos caminar.

13- Un proyecto que tiende a la colectivización.

Entendemos que los medios de producción, así como la producción propiamente dicha, son propiedad colectiva de la cooperativa (productor@s, consumidor@s y entorno), aunque la responsabilidad de su gestión y mantenimiento recaiga principalmente en l@s productor@s.

L@s productor@s, además, funcionan desde unos criterios de trabajo y economía colectivizados. Entre ell@s se reparten diferentes aspectos de la producción. Ciertas actividades concretas tienen más autonomía y para otras cosas las decisiones se toman conjuntamente. En todos los casos el trabajo que aporta cada productor/a depende de sus posibilidades y la retribución económica que recibe depende de sus necesidades.

No tod@s trabajan lo mismo, ni las mismas horas, ni reciben la misma cantidad de dinero, ni esa asignación monetaria está relacionada con el tipo de trabajo ni con las horas empleadas. Es decir, cada cual aporta según su capacidad y recibe según su necesidad.

Funcionar así resulta beneficioso tanto en lo ético como en lo práctico. Por un lado porque queremos ir construyendo una alternativa global y trasversal, no quedarnos en una mera tranquilización de conciencias. Por otro lado porque nos sirve para analizar nuestras verdaderas necesidades y posibilidades. También para afrontar mejor los altibajos de la producción, de las personas, de la demanda, en fin, de una realidad que no es constante ni siempre igual.

Aun así, los beneficios económicos obtenidos de la cooperativa no son, actualmente, suficientes para garantizar la necesidades fijadas de tod@s l@s productor@s, de modo que parte de los ingresos de algun@s productor@s siguen llegando de complementar este trabajo con otros remunerados fuera de la cooperativa.

Somos conscientes de que este criterio de trabajo e ingresos colectivizados es difícil de asumir y realizar en un grupo que no sea la pareja/familia. El camino pasa por un trabajo de confianza, sinceridad y respeto entre las personas; de identidad e implicación colectiva en lo laboral; de clarificar criterios; de experimentar y evaluar formas de funcionamiento; de sencillez en los hábitos de vida; de compartir dudas, miedos, ánimos y mucho esfuerzo.

Este criterio podría suponer una barrera para la incorporación de nuevas personas a las labores de producción, sobre todo al principio. No queremos hacer de este principio un dogma que limite la incorporación de gente.

Es la tendencia general del proyecto y, en cada caso particular, haremos el intento de articular esta tendencia con la realidad que nos encontremos.

Hay un hilo conductor en este proyecto que une todos los criterios, todas las personas que formamos parte y que une esto con el contexto social en que vivimos. Pretendemos inventar soluciones que hagan posible mantener la tensión adecuada de dicho hilo por todo su recorrido, sin que se tense hasta romperse en algún punto, aislándonos o perdiendo continuidad, y sin que quede flojo, rebajando las intenciones o vaciando de significación la propuesta.

De cara al conjunto de la cooperativa (productor@s, consumidor@s y entorno) esa tendencia a la colectivización la entendemos como empezar a compartir inquietudes, recursos humanos y materiales, implicaciones personales… Apoyarnos mutuamente desde donde estamos y hasta donde queramos llegar, sin pretender una rentabilidad capitalista sino otra vida y otro mundo.

14- Un proyecto integrado en los movimientos sociales

Este proyecto quiere romper la dicotomía entre lo público y lo privado, entre lo político-social y lo cotidiano-personal. Busca un espacio vivencial y de utilidad cotidiana con una proyección político-social-ambiental. Como tal formamos parte de esas personas y organizaciones, de esa red de denuncias y propuestas que son los movimientos sociales.

Sin embargo, la inserción en los movimientos sociales es una asignatura pendiente (desde los dos lados).

Desde el lado de esta cooperativa, el crear y consolidar este proyecto (desde trabajar artesanalmente hasta vehiculizar una propuesta de organización social) lleva mucho tiempo y energía. Además está que parte de nosotr@s ya participamos en distintos movimientos sociales desde otros ámbitos de nuestra vida, por lo que no nos surge tanto la necesidad ni podemos duplicarnos.

También hay que contar que dada la heterogeneidad de las personas que participan en la cooperativa, no tenemos (ni pretendemos) una identidad colectiva definida.

Desde el lado de los colectivos sociales, en general, no se percibe la dimensión social, política y transformadora de estas propuestas, además de vivir en una cultura donde se encuentra muy desligado nuestro ser “activista de movimiento social” y nuestro ser “para el resto del tiempo” (empleo, ocio, hábitos de consumo, modelos de organización…) Una disyuntiva que nos parece peligrosa, ya que acaba legitimando lo que pretende transformar.

No obstante, la puesta en marcha real y cotidiana de estos criterios, valores, modelos organizativos de producción y consumo, laboral, de red social amplia… es algo que, con unos u otros matices, se pregona desde los movimientos sociales. Desde esta perspectiva, y no por interés partidista propio sino por “otro mundo posible”, opinamos que iniciativas como esta cooperativa deberían estar más relacionadas y apoyadas por grupos y colectivos (y no solo por personas particulares).

Pretendemos que esa red de los movimientos sociales tenga otra dimensión más en la experimentación, desde lo local y cotidiano, aquí y ahora, de modelos alternativos prácticos y útiles para las personas y capaces de transformar la realidad con su simple ejercicio.

Hay cuatro personas dispuestas a dedicar parte de su tiempo a trabajar en la nueva huerta (grupo de trabajo), que ya han decidido cuántas horas semanales van a dedicar y han estimado qué remuneración consideran apropiado recibir por ello. Entonces, en función de la capacidad de trabajo de estos nuevos productores y de las 2 personas que ya venían cultivando, y en función de las necesidades económicas que se han fijado, hemos calculado que, para este nuevo año, se producirán en Asalto de Mata 48 cestas de verdura (en dos huertas colectivas, la que ya existía y una nueva)

Todos estos cálculos vienen de que queremos organizarnos “cada cual según su posibilidad y a cada cual según su necesidad” es decir, que no todas las personas trabajan el mismo nº de horas ni reciben la misma cantidad de euros por hora trabajada. No queremos calcular en base a criterios del mercado (aunque sí sea un cálculo de mercado la necesidad económica que cada persona se ha fijado).

Este funcionamiento, cálculos y compromisos, lo hemos venido diseñando entre las personas que forman el grupo de trabajo y l@s consumidores que han deseado implicarse.

Para que estos cálculos salgan faltarían, a mediados de Diciembre, 10 cestas más (10 consumidor@s más). A continuación os contamos con más detalle los acuerdos generales referidos a l@s consumidor@s.

La cuota anual que hay que aportar para que el proyecto resulte económicamente viable saldría a 36 euros mensuales por cesta. De esta cantidad, 32 euros son para cubrir las remuneraciones, 3 euros para mantenimiento de la huerta (gasoil de la herramienta, planta, semillas…) y 1 euro va a un bote común de la cooperativa. Este bote se utiliza para aquellas cosas que se necesite: herramienta, situaciones de emergencia, altibajos en alguno de los proyectos (pan o huerta).
Este es la estimación que garantizaría la viabilidad económica de la huerta ‘a lo justo’. Pero intentamos ajustarnos a las posibilidades de cada un@, por lo que si alguien no puede aportar el total, hay formulas para que tenga cabida. De igual manera, si alguien decide aportar más, esto repercutirá en lo colectivo, no en el lucro de nadie (mejorar la huerta más allá de lo imprescindible, rebajar las cuotas, ya se verá…)

Los productores de Asalto compartimos parte de nuestra economía en este bote, pues ahí también se refleja que la capacidad de trabajo no depende sólo de lo que se vaya a recibir económicamente (creemos que recibimos algo más que dinero al participar de este proyecto, y l@s consumidor@s también reciben más que verdura o pan…). Es decir, que si se hace un mes más panes de los que necesitamos para vivir, esa cantidad de dinero va al bote común, y si ese mes se hace menos, se coge del bote lo que nos hace falta. Como en las verduras el compromiso de consumo es anual, se incluye en la cuota mensual el dinero destinado al bote.

A principios de Enero, se decidirá finalmente con quienes se cuenta para este proyecto, fijando el límite en 48 cestas y se buscarán nuevos puntos de distribución allí donde haya un grupo de consumidores.
Entendemos que participar no es sólo consumir verdura y aportar económicamtente lo acordado (que puede ser algo más o algo menos si el grupo lo aprueba y asume), es saber que el proyecto es colectivo y hay tantas formas de participar como personas y creatividades.

Si eres consumidor/a debes recoger la cesta en los puntos de distribución en el tiempo acordado, etc. Además de la cuota se tendrá que acudir, al menos, a la asamblea anual de evaluación y planificación -a finales de temporada-.

Estos son los mínimos de participación (compromiso anual, recoger la verdura, acudir a la asamblea anual); y la posibilidad de implicarse más sería:

Respecto al encuentro y curro conjunto:

Aportar trabajo en la huerta (tú huerta colectiva) permitirá mejorar la calidad y cantidad de los productos (más allá de lo alcanzable por el trabajo de l@s responsables), por lo que aportar trabajo, como cualquier otra aportación redundará en el beneficio conjunto.

Si es una huerta colectiva todo lo que logremos será el resultado del esfuerzo colectivo realizado.
- Se han propuesto 3 fechas de encuentro/trabajo al año, en las que quedaríamos en la huerta y comeríamos juntas para vernos, charlas y echar una mano si el tiempo lo permite.
- Después está la versión “personas que asumen un compromiso periódico de curro“, es decir, consumidores o personas del entorno que una vez al mes. al trimestre, a la semana o como quieran van a la huerta, y que los productores responsables de esa huerta saben que pueden contar con ellos en la frecuencia que se haya dicho. En la reunión salió también una persona con disponibilidad para hacer el reparto semanalmente (acudir a la huerta, recoger las cestas y llevarlas a los puntos de distribución) y otra furgoneta disponible.
- Aquellas que se ofrecen para cosas puntuales cuando desde el grupo de trabajo se demande ayuda ocasional (labrar la tierra en primavera, recoger patatas… ese tipo de empujones que a veces vienen bien).

Es importante saber si l@s consumidor@s quieren/pueden aportar trabajo y, en ese caso, en cual de los supuestos se ubicarían. Así se organizará mejor el ‘calendario’.

La participación es en la versión que a cada una se le ocurra y quiera: en producción, en distribución, transporte… Ahora hay dos consumidor@s que han asumido la responsabilidad de llevar las cuentas del proyecto (la tesorería), otr@s dos tratando de dinamizar un proceso de participación (supongo que te ha llegado con el pan una cartuca) y otros dos mirando si se pueden organizar para sacar una especie de boletín- hoja informativa sobre incidencias en la huerta, para que la información sobre lo que pasa en ella sea más frecuente que lo que las reuniones permiten.

El terreno: Hay varias opciones y se decidirá finalmente a principios de Enero.

Breves sobre las cuotas:

Si alguien no pudiera aportar la cuota hay varias opciones: Que se pueda cubrir esa falta de ingresos colectivos gracias a las aportaciones ‘de más’ que quieran entregar algun@s consumidor@s; que se modifique la cantidad de cuota para el bote común (subiendola de 1€ a 3€ mensuales) y sacarlo de ahí; que una persona que se ha ofrecido comparta media cesta aunque asume la totalidad de la cuota; etc. Si surgen los casos concretos se decidirá la mejor opción.

En este sentido también cabe la posibilidad de organizar, entre quienes queramos organizarlo, actividades que permitan obtener unos ingresos colectivos (talleres, comidas…), lo que permitiría disponer de unos ingresos colectivos que servirían para poder disminuir las cuotas, incluir a más gente que no pueda pagar, mejorar las condiciones de la cooperativa, etc.

Esa reunión en que se decidirá finalmente el terreno, se hará el listado definitivo de consumidoras, se organizará el calendario y trabajos en la huerta, etc, tendrá lugar el viernes 9 de Enero, a las 17:30 horas, en la Finca La Garma, Llanos de Penagos. Todas las asambleas son abiertas a las personas que participan en el proyecto (o les interese en particular) que quieran acudir a ellas.

¿Qué es Asalto de Mata?

Asalto de Mata es una cooperativa de iniciativas ecológicas que estamos formando entre unas personas que ya trabajan en proyectos de producción ecológica y otras que quieren iniciar proyectos afines.

A través de la elaboración de productos ecológicos de calidad y haciéndolos llegar a l@s consumidor@s, buscamos poner en marcha estructuras alternativas de organización social en el marco de un consumo responsable y saludable para las personas, la sociedad y la tierra.

Le damos tanta importancia al producto (la calidad de lo que ofrecemos) como al proyecto (la trastienda: espacios de análisis, diseño, decisiones, gestión, vivencias, trabajos… conjuntos; el modelo de producción, distribución y consumo; la explicitación de los criterios y el funcionamiento; etc.)

Asalto de Mata es una cooperativa no como figura burocrática y legislada, sino como una apuesta de cooperación entre todas las partes del proceso (producción, distribución y consumo) en la que tod@s, cada cual según sus ganas de implicarse, participamos de la utilidad, la satisfacción y la responsabilidad que conllevan estos productos y estos modelos de organización.

Si te interesa ampliar esta información, aquí presentamos un dossier más amplio para que te hagas una idea.

Estamos igualmente abiert@s a realizar charlas, presentaciones, talleres… de esta iniciativa para grupos y colectivos.